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Los borrachos son la clave

Al lado del retrato del Conde-Duque de Olivares, se podrá ver uno de los cuadros más populares de Velázquez, Los Borrachos, una pieza clave en la evolución de la técnica velazqueña. La fragua de Vulcano y La túnica de José, pinturas concebidas por Velázquez para ser expuestas en pareja, pueden verse, ahora juntas, tras tres siglos de separación. Ambas fueron pintadas en Italia durante el primer viaje que el pintor realizó allí.

A este mismo viaje corresponden dos pequeños apuntes de los Jardines de la Villa de Medicis, que han motivado a los críticos para hablar de Velázquez como un precursor del Impresionismo. En 1631 comienza en Madrid la construcción de la mansión real del Palacio del Buen Retiro. Velázquez dirigió las obras de decoración de este edificio y realizó cinco grandes lienzos para que se expusiesen en el salón principal del palacio: La Rendición de Breda, Baltasar Carlos a caballo y los retratos ecuestres de Felipe IV, Isabel de Borbón, Felipe III y Margarita de Austria.

Los especialistas han sugerido que el soldados vestido de gris con pluma blanca en el sombrero, que cierra la composición por lado derecho en la Rendición de Breda, es un autorretrato. Más tarde pinta tres magníficos retratos conocidos como los tres cazadores de la Torre: Felipe IV, el Infante D. Fernando y el Príncipe Baltasar Carlos. Junto a estos tres cazadores fueron encotrados, según un inventario de 1701, cuatro retratos de sujetos y enanos, Menipo, Esopo y Marte. Todos ellos forman pertenecen a la colección del Museo del Prado.

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